Cállate
Toribio Herrero Mesperuza no dijo ni esta boca es mía. La vida le había convencido de que no tenía razón; de que lo que le rondaba por la cabeza, como siempre, era una solemne tontería. Ya desde niño sus padres –“este hijo tiene ideas de bombero”- se lo dejaron claro. Los profes –“¿Herrero, se ha fumado usted un canuto?”- se mofaban en el instituto de sus comentarios de texto. En la oficina – “y usted a lo suyo, Don Toribio”- nunca le dejaron opinar. Los amigos –“¡no digas chorradas, Tori!”- también contribuyeron. Tuvo suerte y casó con una mujer de temperamento que ni escuchaba –“¿tú qué coño sabrás, cariño…?”- sus descabelladas sugerencias.
Por eso mientras cerraban su ataúd suspiró y guardó un inteligente silencio. No, no podía –volvió a mover la mano derecha y entreabrió los ojos- estar vivo. ¿Iba a saber él más que el médico?
2 Comments:
El mejor junto con "Clip" diría yo.
Gracias ¿mauronicolini...?
Un abrazo.
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