Clip
Un buen día eché de menos la grapadora. La busqué inútilmente –tuve que conformarme con un clip- por toda la casa con el taco de folios entre los dedos.
Desde entonces cada jornada echo en falta un objeto. El lunes desaparecía el gel; el martes no encontraba el sacacorchos; el miércoles se volatilizaban unos calcetines; el jueves un frasco de rimmel...
Mi vida parecía desembarazarse disimulada y paulatinamente de sus trastos comenzando por los más minúsculos e irrelevantes. Poco a poco aquel tímido poltergeist se atrevió con una lámpara de pie, con la alfombra del salón y con el frigorífico. El voluminoso tresillo se evaporó el miércoles pasado y este sábado –amanecí sobre el frío suelo de baldosa- me quedé sin cama.
Temo el día en que al desaparecer –llevo meses sin puertas- grifos y bombillas el piso se vuelva del todo inhabitable.
Estoy –créanme- tan angustiado que sólo a media tarde he echado de menos el dedo meñique de mi mano izquierda.
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