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Relatos de Aster Navas

Friday, June 10, 2005

Mano de santo

El año de gracia de 1563, Clemente IX tuvo a bien promover a la condición de santo al piadoso hermano carmelita Fray Juventino de la Cruz.
La prelatura –siempre tan prudente en estos menesteres- no se conformó con su brazo incorrupto y exigió al menos dos milagros para elevarlo definitivamente a los altares. Muchos fueron los hechos que se recogieron finalmente en el Appendix Probi vaticano sobre el virtuoso fraile; de todos aquellos prodigios acaso sea el referido por Francisco Olmedillo Argote, mayor de edad y cristiano viejo, el que más a las claras muestre que el brazo de Juventino fue en vida una afinada herramienta del Altísimo.

Cuenta a la postre Don Francisco que la fortuna quiso que ya con trece años fuese huérfano de solemnidad, que no tuviese otro techo que el cielo raso de Castilla ni otra cosa que llevarse a la boca que lo que buenamente consiguiera limosneando o distrayéndolo en ferias y mercados.
Que una tarde acertó a pasar junto al convento de los Padres Carmelitas de Zafra y que su estómago más que su sesera le hizo saber que aquellos muros custodiaban, amén de una iglesia de cruz latina, un hermoso y surtido huerto con sus tomateras, con sus patatas, con sus higos y con sus cebolletas.
Que empujado por la necesidad allanó aquel jardín en llegando la noche.
Que mientras daba cuenta de un dulcísimo melón oyó pasos en el claustro y que se ocultó encaramándose a una frondosa higuera.
Que el padre Juventino, guiado sin duda por la inspiración divina se dirigió sin vacilaciones a los pies del árbol y que tanteó en la penumbra con tan buen tino que asió al mozalbete de sus partes pudendas.
Que siendo preguntado por su identidad y para su asombro acertó a contestar que se llamaba Paco y que lo repitió al ver que el santo no cejaba en su empeño de arrancarle sus atributos.
Que el clérigo, lejos de liberarlas, se aferró a sus vergüenzas con una fuerza homérica mientras le conminaba a aclarar qué puñetero (sic) Paco era.

Que sacando fuerzas de flaqueza contestóle que El Mudo, Paco El Mudo.

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