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Relatos de Aster Navas

Wednesday, April 27, 2005

Buenos propósitos

El alma –también el cuerpo- le pedía cada Enero cambiar de vida: divorciarse, escaparse, raparse el pelo…
Comprendía, sin embargo, a mitad de mes, que la inercia era una ley física poderosa e incontrovertible y se fijaba metas más modestas, objetivos más realistas que se pudieran alcanzar sin grandes compromisos: acudiendo con regularidad al quiosco, al gimnasio o a una academia de idiomas. Comenzaba entonces una colección de plumas estilográficas, se animaba a practicar –martes, jueves y sábados- alguna actividad en el polideportivo y formalizaba la matrícula en un nuevo idioma.
Su esposo la miraba condescendiente. Con la llegada del buen tiempo se apoderaría de ella una insuperable desidia que le haría abandonar primero las aulas, más tarde, los vestuarios y finalmente el puesto de revistas. Para Abril habría cejado definitivamente en el empeño de dejar el tabaco, ir caminando al súper o no morderse las uñas. Él, desde el sofá, se lo reprocharía amargamente.
Vamos mejorando. Este año has llegado –Mario era, desde luego, un excelente administrativo- hasta la quinta entrega del coleccionable, la vigésimo quinta sesión de spinning y el segundo trimestre de italiano –le espetó él por teléfono al saber que aún a media mañana seguía remoloneando en la cama.


Para que luego digas que nunca termino lo que empiezo –gritó jadeante al portarretratos de su marido y siguió copulando con el desconocido hasta el orgasmo.

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